¿Los cigarrillos electrónicos ayudan a dejar de fumar?

Las ventas de cigarrillos electrónicos se han triplicado en los dos últimos años. Ahora se debate sobre cómo regular su uso, si ayudan a dejar de fumar y si son un riesgo para la salud. Es la hora de ‘vapear’

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Sabor a piña, palomitas, café y tutti-frutti. Los nuevos establecimientos de cigarrillos electrónicos, que están apareciendo como setas, se parecen más a una tienda de café en cápsulas que a un estanco. Además, desde que celebrities como Leonardo DiCaprio y Kate Moss se pasean con un e-cigarro entre los labios por las páginas de las revistas del corazón, se han convertido en el último complemento de moda, y el vapeo (vaping en inglés) ha devuelto el glamour al gesto de echar humo.

Tanto es su éxito que Citibank lo ha incluido en su lista de las 10 tecnologías que cambiarán el mundo en 2013. Según la revista estadounidense The Atlantic: “Estamos ante el mayor cambio en este hábito desde que a principios del siglo XX los cigarrillos sustituyeron al tabaco de mascar”. Porque, según los expertos, en los dos últimos años, se ha triplicado el consumo de estos e-cigarros en todo el mundo.

En España, según Tania Carrillo, médica y cofundadora de Vapor y Vida, una de las primeras tiendas online de cigarrillos electrónicos: “Hace un año era muy difícil encontrar tiendas físicas donde comprar cigarrillos electrónicos en nuestro país, y solo había siete u ocho online. Ahora, hay poblaciones de 20.000 habitantes con tres tiendas físicas y ya hay más de 100 en la red”.

¿La razón del boom? “Los fumadores que prueban a vapear enseguida notan los beneficios. Se encuentran mejor y ven que no echan en falta el cigarrillo convencional. El problema es que todavía no puede ser recomendado como método para dejar de fumar porque no hay estudios concluyentes, con peso y método científico que los avalen”, nos cuenta Carrillo.

Adiós al tabaco
El último estudio al respecto, realizado en la Universidad de Catania (Italia) y publicado en la revista científica PloS ONE en junio de este año, afirma que la utilización de estos cigarrillos durante un año permitió que más de la mitad de los participantes redujeran el consumo de tabaco, y el 13% lo dejó definitivamente.

Sin embargo, los expertos aseguran que esta investigación se queda corta. “Ahora mismo no existe evidencia científica suficiente de que estos cigarros sean eficaces para dejar de fumar. Aunque, en mi opinión, es muy probable que sean incluidos en el futuro entre los medicamentos antitabaco”, asegura José Ignacio de Granda Orive, de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica.

De hecho, el Colegio Real de Médicos de Gran Bretaña instó en 2007 a los gobiernos a considerar: “Que los fumadores fumen en su mayor parte nicotina no es especialmente peligroso, si esto se hace de una forma aceptable y eficaz como sustitutivo del cigarrillo y salva millones de vidas”. “Por mi experiencia, lo ideal es empezar con líquidos con 11 mg de nicotina e ir reduciendo. Enseguida, los vapeadores se pasan a los líquidos sin nicotina y no la echan en falta”, apunta Carrillo.

Sin embargo, según Belén Fernández, psicóloga experta en tabaquismo de la Asociación Española contra el Cáncer: “En el caso de que se demuestre que es útil para dejar de fumar, el problema que tiene este método y que no presentan otras terapias sustitutivas de nicotina, como los parches o los chicles, es que se parece tanto al cigarrillo que no rompe con el hábito ni con la adicción gestual. En realidad, se cambia un mal hábito por otro, que aún no sabemos si es definitivamente más sano”. Y la otra gran sombra sobre este producto es si el contenido de esos líquidos y el vapor que emiten (lleve o no nicotina) pueden ser perjudiciales para la salud del fumador y de quienes le rodean.

Un mal menor
Un estudio publicado en 2012 en la revista médica Chest aseguraba que estos cigarros podían producir algunos efectos inmediatos en sus usuarios, como constricción e inflamación de las vías respiratorias. También un pequeño estudio de la Sociedad Respiratoria Europea mostró que el cigarrillo electrónico podría tener efectos negativos en personas con problemas coronarios, porque los niveles de oxígeno en sangre durante su consumo se reducían a los 10 minutos. De hecho, entre las conclusiones de este estudio se recogía la recomendación a las personas con problemas de salud de usar otros productos con nicotina para dejar de fumar.

Para Granda: “Los cigarrillos electrónicos que se venden en nuestro país no están regulados, y bajo el mismo aspecto hay una gran variedad de productos: con o sin nicotina, de distintos sabores, etc. Y no está muy claro que tanto las sustancias que se inhalan como el vapor que emiten sean inocuos para la salud. Se ha demostrado que los líquidos que se usan en estos dispositivos contienen sustancias que sí pueden ser tóxicas –como la glicerina–, que se usan como humectantes, y los etilenglicoles. Estos últimos se utilizan como anticongelantes en los coches y también en algunos productos alimenticios, pero su inhalación no está permitida porque irrita las vías aéreas. En definitiva, probablemente es menos dañino que el cigarro al uso, pero mientras no lo sepamos con seguridad, no puedo recomendarlos”. También en EEUU, la FDA avisó de que el líquido y el vapor podían tener trazas de toxinas cancerígenas, como las nitrosaminas y el formaldehído, aunque en una proporción de uno a cien en relación al tabaco normal. Por eso, algunos estados como Washington han prohibido su uso, y otros, como Arizona, su venta a menores. También Brasil, Singapur y México han prohibido su importación.

Vacío legal
Sin embargo, en España se está esperando a la finalización de la normativa europea al respecto, que ahora está en fase de enmiendas. “Parece que lo más probable es que se regule el contenido de los líquidos y su venta quede en manos de la industria farmacéutica”, explica Tania Carrillo.
Mientras, estos productos se mueven en un vacío legal y de control sanitario, por el que los expertos recomiendan precaución en su uso.

via: quo.es

Crece la lista de enfermedades causadas por el tabaco

El tabaco no sólo provoca cáncer de pulmón, también diabetes y disfunción eréctil

humo de tabaco

La máxima autoridad sanitaria de EE.UU., el cirujano general interino, Boris D. Lushniak, amplió en su último informe la lista de dolencias que tienen el tabaquismo como causa, un texto que llega 50 años después del primer documento oficial del Gobierno que asoció el tabaco con el cáncer de pulmón.

En este documento publicado este viernes, el Gobierno de EE.UU. considera que fumar tiene una relación de causa-efecto con el cáncer de hígado, el de colon, la diabetes mellitus de tipo dos, la degeneración macular asociada a la edad, la disfunción eréctil y la artritis reumatoide.

El tabaquismo, según el mismo informe, también provoca inflamación, pérdida de visión, perjudica el sistema inmunológico e incrementa el riesgo de morir de tuberculosis y de tener un embarazo extrauterino.

Estas enfermedades han sido asociadas al tabaquismo con anterioridad, pero en este informe el Gobierno de EE.UU. concluye por primera vez que el tabaquismo es su causa o que estas dolencias no habrían aparecido si el paciente no hubiera fumado.

Lo que establece el informe del cirujano general no es legalmente vinculante, pero sí es tomado como referencia por los investigadores y los políticos de sanidad.

La máxima autoridad sanitaria estadounidense añadió en 1990 el cáncer de vejiga a la lista de enfermedades provocadas por el tabaquismo, mientras que en 2004 incorporó el cáncer cervical.

El informe publicado este viernes concluyó que no hay evidencias suficientes para asegurar que el tabaco cause cáncer de próstata, ni tampoco de mama, pero en este último caso las pruebas son «sugerentes aunque no definitivas».

El documento también señala que los fumadores de hoy en día tienen un riesgo más alto de desarrollar cáncer de pulmón que los de hace cincuenta años, algo que se debe a los cambios en el diseño y la composición de los cigarrillos.

En 1964, el Gobierno de EEUU afirmó por primera vez, en un histórico y polémico informe que cambió para siempre la concepción del tabaquismo en el país, que fumar provoca enfermedades mortales, como el cáncer de pulmón.

Desde entonces, el número de fumadores en la nación ha caído de manera notable: en 1965, el 43% de los adultos consumían tabaco, mientras que en 2012 la cifra fue del 18%.

A pesar de este progreso, el tabaquismo es principal causa de muerte prematura en EE.UU, donde cada año se cobra más de 400.000 vidas.

De hecho, más de 20 millones de estadounidenses han muerto desde 1964 prematuramente a causa del tabaquismo, que continúa siendo la primera causa de fallecimiento evitable en EE.UU.

No obstante, las políticas para luchar contra el tabaco han evitado unas ocho millones de muertes en la nación en los últimos cincuenta años, al tiempo que han aumentado la esperanza de vida, según un informe publicado la semana pasada por el Journal of the American Medical Association.

Por ello, en su último informe, la máxima autoridad de EE.UU. pide intensificar la acción política y sanitaria para luchar contra el tabaquismo.

via: elmundo.es